LA SOLUCIÓN SIEMPRE ESTÁ EN UNA BUENA GUERRA, Perdón
Se encontraba a solas, jugando con sus pensamientos más
secretos. Esos pensamientos que todos tenemos, incluidos los santos, y que
nunca exponemos, ni siquiera a las personas en las que más confianza hemos
depositado y son conocedoras de nuestras más íntimas carencias.
Pensamientos, sólo pensamientos, pero que llegaban a
sonrojarle y hacerse una pregunta: ¿Por qué los tenía. Por qué le asaltan
furtivamente? Unos imposibles de
llegar a ser hechos reales, otros obscenos, escatológicos, viles, ruines… Y
otros que ni se atrevía a pensar que los pensó en algún instante.
Si por desgracia uno solo escapara de su mente, no pasaría
ni un minuto para que lo tildaran con uno de los muchos nombres que tienen para
la locura. Eso con suerte, si se tratara de un “malpensamiento” liviano, pues
si fuera de uno grueso podía terminar en la cárcel o lapidado.
Con toda seguridad, aquellos malos pensamientos, comenzaron
tras leer la prensa del aquel día de viento y lluvia, un día gris que intentaba
camuflar vanamente las noticias gris oscuro de los periódicos.
Tras dejar sobre la mesa el último ejemplar se quedo in
albis, con el borde de la taza de café entre los labios, mientras un numeroso
grupo de “pensamientos furtivos” penetraban en tropel sin encontrar ninguna
oposición en su mente. Con una rapidez inusitada, comenzaron a ordenarse en una
especie de torre, como las que forman los castillos humanos. En cada nivel un
tema genérico que agrupaba a diferentes cuestiones de asuntos similares: Nivel
1 - Corrupción.- A) Caso Tal, B) Caso Cual… Nivel 2 -
Machismo.- A) Violencia de Género…
Mecánicamente dejó la taza, entre el teclado y el ratón.
Aquella costumbre le había costado la onerosa reposición de un par de ellos.
Encendió un cigarrillo y dedicó una lánguida mirada a la página en blanco que
le mostraba el monitor.
En ocasiones, sentarse a escribir resulta difícil, le
faltaban ganas. No podía plasmar nada original, nuevo al menos. Tenía que ollar
entre la misma porquería que excretaban los políticos de turno.
Pensaba que se repetía una y otra vez con la misma historia,
que cansaba a los lectores, que se cansaba. Creía que los políticos perpetraban
ciertos actos una y otra vez, pues conocen que con un buen número de
repeticiones lograban cansar a la gente. Golpean continuamente en el mismo
sitio de la cabeza, al cabo de un tiempo el mismo dolor se convierte en
analgésico. El efecto de la costumbre, la resignación, del “aquí me las den
todas”.
Debe tratarse de una estrategia más, que no sabía donde la
aprendieron y que buen uso le dan esos sinvergüenzas, cada vez con más descaro.
Los había visto entrar y salir de los juzgados, con una
sonrisa burlona marcada en sus rostros de hormigón, que parecían decirle:”La
pías porque tú no puedes hacerlo, jodeté gilipollas”. Ya se sabe aquello de
“cree el ladrón…”
Son ya tantas, las tropelías cometidas que se han quedado
sin un castigo ejemplar, que se han olvidado y muchas de ellas son difíciles de
encontrar hasta en las hemerotecas. Estos sinvergüenzas han tomado al Pueblo
por estúpido, por tonto sin remisión.
Tienes que escuchar sandeces, que la sientes como un
navajazo en el pecho, uno de los importantes, y como si él hubiera inventado el
precepto, dice: “La Justicia es igual para todos”. Poco después la hija de este
“importante”, se debate en si es imputada o no, junto a su marido, al igual que
la esposa de su socio. La imputan, porque así lo aconsejan las pruebas, pero
apenas transcurren veinticuatro horas para que la desimputen. ¿Justicia igual
para todos, dijo? ¿Para él también, que según la Constitución queda fuera de
cualquier investigación?
Se están deshaciendo, los pilares de la sociedad, incluso
los que siempre se creyó eran los mas seguros. Se trataban de entidades, que
sólo con escuchar sus nombres sentías seguridad, eran las entidades
financieras, las cajas de ahorros, los bancos.
Bancos en los que los bandidos no entran sino salen.
Gobiernos “democráticos cada cuatro años” que esquilman a sus pueblos, les
roban derechos y dinero mientras ellos ponen a buen recaudo sus desmesurados
sueldos y el resultado de sus latrocinios. Sindicatos de trabajadores, más
parecidos a aquellos de Chicago, como el de Jimmy Hoffa, solo que este
desapareció sin dejar rastro y los dirigente de estos suelen perpetuarse, en un
teorema imposible: “Vivir del sindicato de trabajadores sin dar un palo al
agua”.
Todo este cúmulo de despropósitos –Crisis, Paro, desahucios,
corralitos, bajadas de salarios… Junto a esos delitos cometidos por gobernantes
y adláteres –, ¿obedecen a un plan predeterminado con una oscura intención, o
se trata de una nueva forma de guerra, de una nueva técnica de invadir países y
de esclavizar a sus habitantes, en silencio sin el estridente ruido de las
botas desfilando al “paso de la oca” ?
Aquella torre, que formaron en su mente los pensamientos
furtivos, comenzó a girar vertiginosamente, mezclándose como naipes dentro de
aquél tornado.
Él había leído y oído de todo, sin embargo nunca se dejó
llevar por la neurosis de temer a grupos de poder en las sombras ni de extraños
protocolos ni perros flauta, pero aquél vórtice en su cerebro le repetía
cansinamente: “Pero haberlas hailas” .
Creyó que la temperatura de su cuerpo ascendía, provocada
por las extrañas ideas que habían tomado su cerebro. Lo único que parecía tener
algo de claridad era un temor, que sentía por primera vez: ¿Qué era lo que
podía ocurrir en un futuro cercano?
¿Qué solución rápida podía darse a tal cantidad de
problemas, antes de que se agravasen más?
Están ocurriendo cosas impensables, en la Europa actual.
Países que querían lograr una sola nación, un gran país para todos los
europeos, en las que las riquezas fueran de todos al igual que los problemas. No es cierto. Miremos a
Chipre, de reojo a Portugal. Pongamos en remojo nuestras barbas El pueblo
robado, los nefastos políticos continúan cobrando, sus aliados, los bancos,
administrando.
Se colocó otro cigarrillo entre los labios, últimamente les
ponen algo en el papel para que se apaguen, lo cual le obligaba a estar
absorbiendo continuamente, con el resultado que duraban menos. Otro dato más de
la hipocresía, mejor cinismo de los gobernantes, el tabaco.
El humo que exhaló formó una densa nube ante sus ojos, que
obró como parte de un ritual mágico que le hizo tener visiones de cómo solucionarían,
los gobiernos, los problemas que les acogotan, una vez que la que la ”Crisis”
no pueda ir a más. Estos son
sobradamente conocidos: el Paro, la senectud de la población, el alto número de
pensionistas de todo tipo, el no menos alto de enfermos afectos a la Sanidad
Pública y su oneroso gasto farmacéutico…
Que la Industria Pesada vuelva a poner en funcionamiento sus
engranajes, deshacerse de stock obsoletos, fabricar nuevos con nuevos
materiales … Que la construcción vuelva a ser rentable. Todo ello en un corto
periodo de tiempo. ¡Catarsis!
Posiblemente había sido victima de la locura, pero aquella
pasta de consistencia blanda, babosa y pegajosa, resultante de la caótica
mezcla de los pensamientos que ocuparon su cabeza, le dictaban que la rápida solución
no era otra que ¡la guerra!
No una guerra cualquiera, una nueva guerra mundial.
Cantidades ingentes de soldados, que absorberán las lista de
desempleados; viejos desatendidos, dejados, olvidados por inútiles, enfermos
sin asistencia, victimas de la falta de medicamentos –la industria farmacéutica
siempre atenta a lo que más dinero le reporta, se volcará en la fabricación de
medicamentos necesarios para las tropas –, de camas y quirófanos ocupados por
los heridos en campaña.
Extensiones inimaginables de edificios de todo tipo
destruidos, por las nuevas maquinas de combate…
Se enjugó, con la manga de su camisa, el sudor de la frente
que comenzaba a chorrearle por las sienes. El estado febril comenzó a notarlo
en todo el cuerpo, la cabeza le pesaba y el terror aprisionó su estómago,
cuando en unos de los periódicos ya leídos, vio el nombre destacado de un país:
COREA DEL NORTE.
Con un llamativo nerviosismo, encendió otro cigarrillo más.
Lentamente se calmó, limpiando aquellos locos pensamientos, con el kleenex de
la sensatez. Era evidente que había sido victima de una “neurosis sorpresiva”.
Con todo, seguía sin escribir el artículo. Se tomaría una
buena copa de bourbon, naturalmente “Blanton´s” y lejos de pensamientos
peregrinos, buscaría un buen tema para la página a tres columnas, que
semanalmente tenía que cubrir.
Si la copa no le ayudaba, siempre tendría a mano la historia
algún personaje marginal, que se enroló en un buque de la Escuadra Invencible,
en los Tercios de Flandes… Ó de cómo se le apareció Hugo Chaves en forma de
“pajarito chiquitito” a Maduro, que no debe estarlo, se intercambiaron
silbiditos y fue bendecido por la avecilla, tal cual “espiritusanto pequeñito.
¿Pero como se puede ser tan gilipollas?
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