CUENTOS COTIDIANOS V
ESTA PLAYA ES UNA RUINA 01.08.2012
Estoy de vacaciones.
La verdad es que la frase me suena mal, si pienso en esta
“pertinaz crisis” que estamos sufriendo, cada día un poco más y unos más que
otros. Miedo me da, cada vez que Don Mariano comparece ante los medios de
comunicación, para dar cuenta de una nueva “medida”.
En algún momento, hablaremos del Sofismo y los políticos.
Por ahora sólo diremos que son expertos en aquello de: “donde dije digo, digo
Diego”, de la manera más natural, manera que se adquiere con la práctica, con
la costumbre.
He intentado escribir sobre cualquier otro tema, algo que
alegre, pero terminé haciendo crucigramas. De momento no tengo el cerebro para
otra cuestión, y la verdad, este tema me cansa. Vuelve a sonarme mal la frase.
Es como si este problema no fuera también mío.
Debe ser algo parecido –espero que no–, a lo que les ocurre
a esa camarilla de prepotentes, que han regido y rigen, con campos de gules o
sin ellos. Llegan a ser tan estúpidos, que piensan que “el chollo” les va a
durar eternamente. Están convencidísimos que las revoluciones no se llevan, que
es una práctica del pasado, algo que ya es imposible que ocurra. La gente se
moviliza cuando ya nada tiene que perder, y en estos tiempos están perdiendo
mucho, demasiado creo yo.
Escucho el sonido del mar arañando la arena de esta playa,
hoy un poco más limpia de algas, medusas y otros detritus, que en compensación
nos regala en desigual proporción a los desperdicios tóxicos que depositamos en
él. Igual, un buen día de calor y sorpresivamente nos haga llegar una plaga, de
esas medusas como la Carabela Portuguesa y la Avispa Marina. De poco valdrá el
amoniaco, ya sea comprado en cualquier droguería a menos de un par de euros el
litro ó en farmacia a más de cinco euros los 14 ml. Tal como si fuera platino.
Todo lo que venden las farmacias es carísimo. ¿Por qué han
de tener una carrera tan larga y costosa, los dueños de este tipo de tiendas?
Pocas fórmulas magistrales se hacen hoy, sin contar las copias de perfumes de marca.
La brisa me hace llegar un aroma como el de sardinas con más
de dos lunes. Me muevo, buscando una posición más cómoda, en la silla de playa,
intentando tomar un poco más de Sol, que ya comienza a caer hacia su ocaso. Un
ocaso que no podré ver, aquí el horizonte lo oculta el “skyline”, que conforman
los bloques de apartamentos de cinco y seis plantas que ejercen de paisaje
costero, aparte de su función principal de albergar a veraneantes. Aquellos
que, en tiempos mejores, pudieron adquirirlos cuando se podía ahorrar.
Observo muchas de las ventanas y balcones, adornados por
carteles de diversos colores, mayoritariamente negros y naranja, de esos que se
suelen adquirir en los “chinos”, que anuncian lacónicamente SE VENDE y debajo
un número de teléfono móvil. También cuelgan algunos más vistosos de
inmobiliarias, pero apenas llaman la atención. Los de los “chinos” ganan.
Los chinos siempre ganan. Ganaron más que la Selección
Española de Fútbol, con la venta de banderas de España, fabricadas en China
lógicamente. Ganaran más con las cosas que nuestros hijos necesitarán para el
colegio: libretas, bolígrafos, mochilas… Acuérdese del nuevo IVA. “Eulopa es el Palaiso Télenal”.
Posiblemente anunciaron sus ventas a través de las
inmobiliarias sin ningún éxito, los propietarios perdieron la fe en estas
empresas. Por otra parte, sin decirlo, informan que la operación será entre
propietario y comprador, que de esta forma, ambos, se ahorrarán la comisión que
cobran las agencias.
Recuerdo aquél tiempo en el que proliferaron, no había calle
que no contara con una agencia inmobiliaria, hasta tres juntas. Fue cuando los
bancos abrieron sus manos a todos los que quisieran hipotecarse. Tiempos
fáciles, con pocas garantías y en muchos casos sin avalistas. ¿Se volvieron locos
los bancos?
Sé que espera que la respuesta sea: Sí, pero es No.
Posiblemente se asustaron mucho al enfrentarse a los impagos de las promotoras,
tantas o más que agencias inmobiliarias, que habían edificado lo que ya no
podía venderse. Promotoras con S.A. tras sus nombres, sin nada en propiedad,
sólo edificios sin terminar. ¿Qué les embargaban? ¿Para que podían querer aquellos ladrillos sin lucir? Les
entró el pánico, pero algún iluminado dio la solución. Una solución que
llevaría al País a la ruina, pero mientras esto ocurría, ellos continuarían en
sus poltronas y comiendo la “sopa boba”.
La solución fue sencilla: primero terminar los pisos,
segundo dar hipotecas a diestro y siniestro, tercero aplicar intereses de
usura. La usura, que fue delito en esta Nación.
En caso de impagos, los menos pronosticaban, se embargaría
la vivienda y continuarían debiendo el crédito que se les otorgó.
Tiempos de engaños, de engañar engañándose. Las entidades
financieras creyendo que era la “solución”, haciendo creer a los hipotecados
que con dos se podían pagar tres, estos, que hoy ganaban dos, pensaron que como
todos los años la paga subía, mañana ganarían cinco. Crasa equivocación, los
sueldos se congelaron y dos no pasó de dos y media. Así nació la “rehipoteca”.
Una hipoteca para pagar otra, cosa curiosa. Y por último los gobernantes, que
cerraron los ojos, que no sabían pronosticar el futuro, que engañaron a todos,
menos a ellos mismos, así lo afirman sus bolsillos.
Esto no fue más que el principio de lo que ocurre hoy y de
lo que acontecerá mañana.
El Sol, inexorablemente, continua su marcha hacia poniente.
Ya no puedo vislumbrar los carteles de “se vende”, los edificios comienzan a
ser siluetas, como la de un decorado lejano, perteneciente al último acto de
una mala obra representada en un viejo teatro lleno de grietas, que pese a
estar calificado como ruinoso, continua con sus representaciones.
Pliego la silla y dejo la playa, comienzo a notar el frío de
la noche.
Es imposible sentirse de vacaciones: cuando no la culpa, la rabia, el creer que puedes hacer algo, te tiene trabajando incesantemente, de formar que descansar, lo que se dice descansar... Menos mal que el mar, siempre complaciente y comprensivo, nos consuela. Haz lo que puedas, hermano.
ResponderEliminarUn saludo. Tony